lunes, 7 de septiembre de 2009

Adios

No sabría muy bien cómo explicarlo. La verdad es que aquel fue el peor día de todos, claro que siempre han dicho que soy algo exagerada.
No acababa de abrir los ojos cuando, de repente, estaba de pie sobre kilómetros de suelo negro. De repente, un inmenso estallido de luz me cegó por completo por unos instantes. Segundos después sonó un estruendoso ruido y empecé a ver pasar a todos mis amigos delante de mis ojos.
Yo me quedé sentada en aquel ardiente suelo, que había estado recalentandose durante todo el día. Allí me quedé, llorando, sabiendo que en aquel camino, tendría que llevar yo sola, a hombros, el peso de la sabiduría.
Aquel camino lo tenía que hacer sola, sin mis padres, sin mis amigas. Ya todo estaba claro, no había duda, había perdido el autobús escolar.


Elisabet Alcantara
(primer premio de Microrrelato cursos 2006-2007 )

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