jueves, 5 de mayo de 2011

Ladrón de almas.

Y como un dulce venenos se introduce en su cuerpo al caer la noche. Revuelve su cama y enloquece su cuerpo vaciandole la mente de imágenes y pensamientos para quedársela toda para él, mientras ella, en la profunda oscuridad apenas vislumbra sus embrujados ojos con el haz de luz que se cuela por el resquicio de la puerta. Le roba el alma por los labios perturbando su cuerpo y poseyéndola por completo hasta que cae a su merced. Como una incontrolable bestia de sangre fría, abandona el lugar una vez saciada su sed después de marcar su recuerdo como un hierro al rojo vivo sobre el pecho de la joven. Exprime hasta la última gota de su sangre, y se desvanece entre las sombras por siempre dejando tras de si a un cuerpo vacío, sin alma, después de haberle arrebatado la vida sin tan siquiera sentir el más mínimo remordimiento. La criatura sin corazón vuelve a la penumbra de su propia oscuridad, para buscar así su próxima víctima; el reflejo roto de su anterior vida vacía.